martes, 25 de noviembre de 2008

EL CEREBRO DEL BEBE



A pesar de su enorme complejidad, el cerebro de un bebé es el órgano menos formado en el momento de su nacimiento, ya que la estrechez del canal del parto limita en gran medida su volumen. Durante los próximos años, su cerebro crecerá de manera notoria, al igual que el resto de sus órganos, pero lo hará de una forma significativamente diferente. Así como los pulmones ya son capaces de llevar a cabo su misión desde el parto, y simplemente van aumentando su tamaño para obtener el oxígeno necesario para un cuerpo cada vez mayor, el cerebro no sólo crece físicamente, sino que también se transforma internamente.

Cuando un bebé nace, su cerebro es un enorme conjunto de neuronas, a la espera de formar la intrincada estructura cerebral que de adulto le permitirá hablar, leer, razonar y sentir todo tipo de emociones. Algunas de las neuronas ya tienen una misión específica y su funcionamiento ha sido activado por los genes para llevar a cabo las tareas básicas para la supervivencia fuera del vientre materno, como el respirar, llorar o succionar. Pero existen billones de neuronas que aún no han sido activadas y que tienen la potencialidad de formar parte de cualquier proceso cerebral futuro.

Tan o más importantes que las neuronas son las conexiones que entre ellas se establecen para formar los circuitos o redes neuronales. Si bien una neurona aislada realiza una misión simple, millones de ellas interconectadas entre sí son capaces de realizar las más complejas tareas. Por introducir un símil, cualquier órgano de nuestro cuerpo está formado por millones de células, aunque cada célula es incapaz por sí misma de llevar a cabo la función del órgano del que forma parte. Es, por tanto, el conjunto de neuronas y sus conexiones lo que establece la auténtica potencialidad del cerebro humano.

Experimentar es fundamental:
Se estima que el cerebro de un adulto tiene algo más de cien mil millones de neuronas, cada una de las cuales se conecta con varios miles. Si hacemos un simple cálculo, veremos que en total hay algo así como cien billones de interconexiones en nuestra cabeza. Teniendo en cuenta este dato, la idea clásica de que el cerebro de un adulto está inexorablemente determinado por sus genes no se sostiene. De los aproximadamente 100.000 genes del genoma humano, la mitad están relacionados con la formación y el desarrollo del sistema neuronal. Es, por tanto, imposible codificar toda la complejidad de un cerebro adulto en tan solo 50.000 genes heredados.

La única posibilidad que cabe pensar es que la genética determina la configuración general del sistema nervioso y del cerebro, pero que hay otro factor que es el verdadero responsable del complejo entramado de neuronas y conexiones en la edad adulta: el entorno. Todos disponemos de terminaciones nerviosas de la cabeza a los pies, y se ha visto que funciones específicas, como el habla o el reconocimiento visual, se localizan en áreas bien definidas de nuestro cerebro. Es evidente que la genética marca esta configuración, pero serán los cientos de miles estímulos externos que recibirá un bebé en sus primeros años lo que acabará de perfilar sus circuitos cerebrales.

La ventana de oportunidad
Parece, pues, que la experiencia durante los primeros años de vida no son tan solo recuerdos, sino que es fundamental en la construcción del cerebro. Existe no obstante otro factor muy importante a considerar: el tiempo. Como se ha podido comprobar tras numerosos ensayos, el tiempo en que es posible estimular una determinada área neuronal para influir en la creación de interconexiones está limitado. Es lo que se conoce como la ventana de oportunidad. Habitualmente la ventana se abre en el momento del nacimiento (aunque puede ser incluso antes o un poco después) y se cierra irremediablemente tras un período de tiempo determinado.

En los años 70 se realizó un experimento con gatitos. A un gatito sano se le tapó un ojo desde su nacimiento durante varias semanas. Tras destaparlo se comprobó que el gatito no tenía visión en ese ojo ni fue capaz de adquirirla con posterioridad. Se vio que el número de conexiones entre la retina del ojo tapado y la parte del cerebro responsable de la visión era minúsculo en comparación con el ojo destapado. La conclusión estaba clara: es necesario proporcionar los estímulos adecuados durante un período de tiempo preciso para que la estructura cerebral se forme correctamente.

Al parecer nuestro cerebro actúa bajo el principio "úsalo o piérdelo para siempre". Si no se produce la estimulación de un área a tiempo, las neuronas mueren y ya no resulta posible recuperar esa función. La ventana de oportunidad varía de acuerdo con la función cerebral de que se trate. Así, los sentidos como la vista y el oído cierran su ventana de oportunidad mucho antes que la capacidad para sentir emociones o el comportamiento.

La estimulación temprana
Las consecuencias de este descubrimiento son agridulces. Por una parte, sabemos que podemos influir positivamente en el desarrollo neuronal de nuestros hijos; pero, por otra, el tiempo que tenemos para ello es limitado. Es una especie de carrera contrareloj en la que no hay una segunda oportunidad. No obstante, hay también buenas noticias: en la sociedad actual el número de estímulos que recibe un niño es mucho mayor que en cualquier época pasada. Hoy llevamos a nuestros bebés a nadar, oímos música en todas partes, los paseamos en coche (lo que resulta muy adecuado para la estimulación del sentido del equilibrio, por cierto), escuchan idiomas diferentes, se relacionan con otros niños desde pequeños y practican un sinfín de actividades más que, sin duda, contribuyen a enriquecer las conexiones neuronales.

Aún así, no existen límites por lo que a estimulación se refiere, y existen otro muchos aspectos que podríamos potenciar de cara a su futuro rendimiento escolar y a su vida como adultos. Fomentar la lectura desde edad temprana, facilitar el conocimiento de otros idiomas o iniciarlos en el razonamiento lógico y matemático son un buen ejemplo de ello, y la forma de proceder en cada caso será objeto de otros artículos.

Lo que debemos saber sobre el cerebro:
Lo que le ocurre a un niño cuando es bebé tiene mucho significado en su vida futura. Los bebés que no son amados y a los que no se les da suficiente amor y atención no pueden crecer y ser adultos felices. Lo que le ocurre a un bebé durante los primeros años de su vida también puede cambiar su cerebro.

Conexiones en el Cerebro:
Un bebé tiene más de 100 billones de células en el cerebro cuando nace. Estas células estan ya conectadas a otras células cerebrales al nacer. Estas son las conexiones cerebrales.

El cerebro de su bebé ya sabe cómo hacer ciertas cosas, como por ejemplo a controlar su respiración. El cerebro está programado para mantener el latido de su corazón y para hacer otras cosas que necesita hacer para mantenerse vivo.

Muchas de las células del cerebro no se conectan sino hasta después. Durante los primeros años de vida, las células del cerebro de los bebés crean conexiones por todo el cerebro. Estas conexiones le ayudan a formar sus pensamientos, sus sentimientos y su forma de comportarse.

Antes de que su bebé cumpla los 3 años, su cerebro habrá creado más conexiones de las que necesita. Es parecido a sembrar un jardín. Usted siembra muchas semillas y retira ciertas plantas para que otras tengan más espacio para crecer. El cerebro de su bebé hace algo semejante. El cerebro sabe cuáles conexiones se usan más que otras. El cerebro entonces elimina las conexiones que no se usan mucho. De esa forma, las conexiones que son más importantes tienen más espacio para crecer.

La Experiencia es Importante:
Todo lo que les ocurre a los bebés les ayuda a crear conexiones en sus cerebros. Todo tiene importancia desde lo que ve, lo que oye, lo que huele, lo que prueba y lo que siente.

¡No hay dos cerebros que sean iguales! El cerebro de cada uno de sus bebés está programado de una manera diferente ya que la vida de cada bebé es diferente. Un bebé que puede escuchar hablar a otras personas puede crear muchas conexiones que están relacionadas con la forma de hablar y de escuchar. El cerebro de un niño sordo no puede hacer esas conexiones porque el niño no puede oír.

La forma en que usted cuida de su niño le ayuda a decidir la forma en que el cerebro se programa. Los padres que hablan con sus bebés les ayudan a hacer más conexiones en sus cerebros las cuáles tienen que ver con el lenguaje. Los padres que cuidan de sus bebés cuando están llorando, les ayudan a sus bebés a crear conexiones cerebrales que tienen que ver con las emociones. Estas conexiones le ayudarán a llevarse bien con otras personas cuando crezca.

¿Que Puede Hacer Usted?
Los padres y las personas que cuidan de los niños pueden ayudar a que su bebé desarrolle conexiones en el cerebro. Estas son algunas formas de hacerlo:

Asegúrese de que su bebé nazca saludable. Usted le puede ayudar al cerebro de su bebé a crecer alimentándose saludablemente cuando está embarazada. No tome bebidas alcohólicas y no tome drogas.
Hágase chequeos médicos. Vaya al médico cuando esté embarazada. Esto ayudará a que su bebé nazca saludable.

Asegúrese de que su bebé esté seguro. Haga que su hogar sea seguro para su bebé. Retire las cosas que le pueden hacer daño. Déle lo que necesite cuando esté llorando.

Póngale atención. Un bebé se siente ansioso cuando nadie lo cuida. La ansiedad puede hacer que el desarrollo del cerebro sea más lento.

Hable con su bebé. Cuando él haga un sonido, repítalo. Sonríale. Háblele sobre las cosas que usted está haciendo con él. El jugar con su bebé cara a cara le ayuda a desarrollar conexiones en el cerebro para ese idioma específico. Esto también le ayuda a llevarse bien con otras personas.

Léale a su bebé. El oírle leer le ayuda a su bebé a aprender el idioma. Mientras lee usted puede aprovechar para mecer y abrazar a su bebé. La lectura también le ayuda a su bebé a apreciar los libros.

Escoja una buena persona para que cuide de sus hijos. Los bebés necesitan ser cuidados con amor y necesitan hacer cosas nuevas. Asegúrese de que el lugar donde cuidan de sus hijos sea limpio. Escoja una persona que tenga tiempo para jugar con su bebé individualmente.

Haga preguntas. Muchas personas le pueden ayudar a ser un buen padre. Hágale preguntas al médico cuando usted lleve al niño para que lo revise. Pídale información al personal de su librería sobre los libros que pueden recomendar. Llame a la oficina del Servicio de Extensión de su condado para aprender más sobre la crianza de los niños. ¡Usted no tiene que saberlo todo!


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